El verdadero desafío reside en identificar y activar el «valor oculto» que se esconde en la gestión diaria de la empresa. Para identificar y activar este valor oculto, se requiere una mirada externa y experta, que cuestione lo establecido, capaz de ir más allá de los datos visibles
Es una realidad común en el mundo empresarial: muchas compañías, a pesar de contar con procesos aparentemente ordenados, cuadros de mando con indicadores clave y una estructura de reporting establecida, no logran alcanzar su máximo potencial de rentabilidad y crecimiento. Equipos comprometidos trabajan arduamente, pero a menudo se encuentran atrapados en inercias operativas y enfocados en gestionar lo conocido, sin cuestionar el statu quo.
El verdadero desafío reside en identificar y activar el «valor oculto» que se esconde en la gestión diaria de la empresa. Este valor no suele manifestarse en disrupciones radicales o teorías complejas, sino más bien en decisiones rutinarias que nadie se atreve a cuestionar, en hábitos operativos arraigados y en procesos que persisten en el tiempo sin una evaluación rigurosa de su retorno real.
Para identificar y activar este valor oculto, se requiere una mirada externa y experta, que cuestione lo establecido, capaz de ir más allá de los datos visibles (que en ocasiones pueden ser imprecisos o incompletos) y capaz de profundizar en los factores que realmente impulsan la rentabilidad y el crecimiento sostenible.
En Implica Operating Value, hemos desarrollado una metodología propia denominada OBR (Operational Business Review), diseñada específicamente para detectar oportunidades de mejora operativa con un impacto directo y cuantificable en el EBITDA y la generación de caja. Esta metodología va más allá del simple diagnóstico; se centra en traducir las oportunidades identificadas en una hoja de ruta concreta, priorizada y ejecutable, con planes de acción definidos, medidos y orientados a la creación de valor real.
La metodología OBR se sustenta en cuatro pilares fundamentales, que sintetizan las mejores prácticas para impulsar la transformación operativa en entornos empresariales reales:
En un entorno empresarial global que exige resultados rápidos, la velocidad es esencial. Dilatar el proceso de diagnóstico puede significar la pérdida de oportunidades valiosas. La metodología OBR prioriza la eficiencia en la identificación de áreas de mejora, permitiendo un análisis intensivo de todos los «vectores operativos» clave en un plazo de 8 semanas.
Estos «vectores operativos» representan las diferentes dimensiones de la actividad empresarial que pueden albergar valor oculto. Algunos ejemplos comunes, especialmente relevantes para las PyMEs, incluyen:
En esta etapa de diagnóstico, el objetivo no es simplemente confirmar lo que ya se sabe, sino descubrir lo que permanece oculto a simple vista.
El principal obstáculo para la identificación del valor oculto es la falta de datos informados y precisos, la ausencia de las preguntas adecuadas, la inercia operativa y la complacencia con el statu quo.
La mera identificación de oportunidades de mejora no es suficiente. Es fundamental determinar qué acciones deben priorizarse, qué impacto generará cada una, qué resistencia se puede encontrar durante la implementación y cómo priorizar las iniciativas para evitar la dispersión de esfuerzos.
En esta fase, las oportunidades identificadas se traducen en decisiones operativas concretas que impulsarán una mejora real en los resultados de la empresa. Para facilitar este proceso de priorización, la metodología OBR utiliza un «funnel de priorización» basado en tres preguntas clave:
Este proceso de priorización permite definir una hoja de ruta clara y accionable, que generalmente combina iniciativas de impacto rápido (los denominados «quick wins») con proyectos de mayor envergadura que requieren un horizonte de implementación más largo. Cada acción se define con sus responsables, sus hitos de seguimiento y sus métricas de éxito claramente establecidas. El objetivo no es crear extensas presentaciones, sino seleccionar las «batallas» que realmente vale la pena librar, aquellas que generarán el mayor impacto con los recursos disponibles.
Es crucial destacar que el proceso de priorización es inherentemente colaborativo, involucrando activamente a los equipos de la empresa. La hoja de ruta se construye y se comparte con ellos, fomentando un sentido de propiedad y compromiso que resulta esencial para una ejecución exitosa. Cuando los equipos comprenden el fundamento de los cambios propuestos y visualizan su potencial impacto positivo en los resultados, se genera la convicción y motivación necesaria para llevarlos a cabo con éxito.
Muchas iniciativas de transformación fracasan debido a la incapacidad de la organización para cambiar realmente su forma de operar. Por ello, la metodología OBR va más allá de la mera recomendación; desde Implica Operating Value nos involucramos e implicamos directamente en la activación de las palancas de mejora definidas, trabajando codo a codo con los equipos de la empresa.
Nuestro enfoque se centra en resolver los «bloqueos reales» que dificultan el progreso y en facilitar que «las cosas sucedan». Trabajamos estrechamente con los directivos y mandos intermedios responsables de cada plan de acción, asegurando que cada tarea tenga un responsable interno claro.
Para garantizar un avance constante y efectivo, instalamos una «cadencia de gestión operativa» enfocada en resultados, que incluye:
Además, en algunos casos, proporcionamos apoyo adicional para fortalecer la capacidad de la organización para sostener la transformación a largo plazo. Esto puede incluir:
Manteniendo constante el ritmo o cadencia los resultados se empiezan a notar pronto, y la organización lo percibe, lo que genera compromiso, motivación y satisfacción al equipo de la compañía.
El objetivo final de la metodología OBR trasciende la mera identificación y activación de mejoras operativas. Nuestro propósito es asegurar que ese valor se traduzca en resultados tangibles y sostenibles para el accionista, tanto en términos económicos como organizativos.
Esto implica:
Una vez que el valor oculto se ha traducido en resultados tangibles, es fundamental que la compañía implante una filosofía y una cultura que le permitan seguir escalando la creación de valor en el futuro. Para ello, proponemos las siguientes acciones:
El propósito fundamental es que el valor creado se convierta en un activo a largo plazo, que impulse de forma sostenida el crecimiento y la rentabilidad, generando un impacto positivo para la empresa y sus stakeholders.
Si bien la metodología OBR puede ser beneficiosa para casi cualquier empresa que busque optimizar su gestión, existen momentos estructurales en los que su aplicación resulta especialmente valiosa para abordar desafíos clave:
Nosotros lo tenemos claro.
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